La humanidad se enfrenta a una crisis ambiental, económica y
climática que amenaza su supervivencia. La destrucción de ecosistemas pone en
peligro no sólo a las comunidades que dependen directamente de ellos sino
también al planeta entero. Los centros de poder no han cuestionado el modelo de
producción y de consumo del que son responsables. En cambio, promueven falsas
soluciones que permiten seguir acumulando riquezas a quienes crearon la crisis,
mientras la mayoría de la población del mundo ve deteriorarse su nivel de vida.
Hoy somos testigos de la confluencia de dos procesos: la
incorporación de nuevos aspectos de la vida a la economía de mercado, y la
financierización de la propia economía, que incluye la especulación sobre
nuevos productos “verdes”.
Las sociedades capitalistas siempre se han apropiado de la
naturaleza humana y no humana. Hoy, toda una serie de productos radicalmente
nuevos están siendo desarrollados para la venta: el carbono, la biodiversidad,
el agua, etc. Al mismo tiempo, los mercados financieros especulativos han
obtenido cada vez más poder sobre el resto de la economía y de la vida, en
respuesta a la crisis capitalista que comenzó en los años 1970. Hace su entrada
la Economía Verde, respaldada por las Naciones Unidas y racionalizada por el
argumento de que sólo fijando un precio a la naturaleza se puede lograr
conservarla. Los llamados “servicios ecosistémicos”, presentados como productos
frescos para el comercio y la especulación, son los encargados de salvar una
economía que permanece centrada en el saqueo y la explotación.
Para los actores que se enriquecen con la financierización
de la naturaleza – bancos, fondos de inversión, fondos de pensiones, compañías
transnacionales – la Economía Verde no representa más que nuevas oportunidades
de negocios. Actuando en tándem con las grandes organizaciones
conservacionistas, se apropian de procesos de la ONU como las Convenciones
sobre el Cambio Climático y sobre la Biodiversidad, y las usan para legitimar
sus acciones.
La preservación de la naturaleza se convierte en un negocio,
y restringe el acceso de las comunidades locales a zonas y bienes esenciales
para su supervivencia. Los proyectos REDD y proto-REDD son un claro ejemplo de
esto, como se subrayó en las reuniones de los pueblos durante la reciente
Cumbre de la Tierra Río+20.
En muchos casos, quienes especulan con el “negocio de la
naturaleza” son los mismos que se enriquecen destruyéndola. Mientras el capital
financiero explora los “servicios ecosistémicos”, también continúa expandiendo
sus intereses en actividades destructivas. Por ejemplo, es cada vez más común
que los fondos de pensiones o de inversión de los países del Norte especulen e
inviertan en grandes plantaciones industriales de árboles en los países del
Sur. Los impactos negativos que esto tiene sobre los ecosistemas, la
biodiversidad, las fuentes de agua y los medios de supervivencia de las comunidades
locales han sido ampliamente demostrados.
Éste es un llamado a unir nuestras luchas para exigir que
los gobiernos comiencen a desmantelar la especulación y la mercantilización de
la vida, para contribuir a proteger los paisajes y los medios de subsistencia
contra la destrucción y la desigualdad que se ven exacerbadas por la
financierización.
Es por eso que, en el marco del 21 de septiembre, Día
Internacional de Lucha contra los Monocultivos de Árboles, y en vísperas de la
Undécima Reunión de la Conferencia de las Partes del Convenio sobre la
Diversidad Biológica, que se celebrará en la India del 1º al 19 de octubre,
lanzamos esta carta abierta para exigir a nuestros gobiernos que detengan la
expansión de las plantaciones de árboles en nuestros territorios y que adopten
en el Convenio una posición firme contra la financierización creciente de la
naturaleza.
¡Lo que los pueblos indígenas llaman “lo sagrado” no
puede tener un precio, y debe ser defendido!
Para firmar esta carta, sírvase enviar un mensaje a http://www.wrm.org.uy/plantaciones/21_set/2012/Carta_Abierta.htmlhttp://www.wrm.org.uy/plantaciones/21_set/2012/Carta_Abierta.html especificando su nombre, organización y país.
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